En el idioma de Emanuel Adu, el twi, las personas llaman al cáncer de piel que invade sus mejillas y nariz «sasabro», que significa «enfermedad que te carcome».
El ex granjero dedicado al cacao de 73 años llegó al Hospital Escuela Korle Bu en Accra, a kilómetros de su casa, para ser tratado con una de las dos máquinas de radioterapia que hay en todo Ghana.
«Tuve sangrado intenso y secreciones por mi nariz. El médico me dijo que era cáncer, un cáncer llamado melanoma, pero no había escuchado esas palabras antes», explica en el consultorio.
La mayoría de los casi 2.000 lenguajes de África no tienen una palabra para nombrar el cáncer.
La percepción común, tanto en países desarrollados como en desarrollo, es que se trata de una enfermedad del mundo adinerado, donde el alto consumo de grasas, las dietas ricas en alimentos procesados, el alcohol, el tabaquismo y los estilos de vida sedentarios alimentan el crecimiento tumoral.
Pero el de Adu es uno de los cerca de 1 millón de nuevos casos de cáncer que se registrarán este año en África subsahariana, una cantidad que se prevé que se duplicará a 2 millones anuales en la próxima década.
¿Cómo un continente puede esperar diagnosticar y tratar, e incluso luchar por prevenir, una enfermedad que no tiene nombre?