NY vivió un renacer antiislámico nueve años después 11-S

Nueva York.- Nueve años después de los ataques del 11-S, Nueva York ha vivido en 2010 el renacer de cierto sentimiento antiislámico, alimentado por un intento de atentado en pleno Manhattan y un polémico centro islámico que se quiere edificar cerca de la "zona cero".

El año ya comenzó con el refuerzo en EEUU de los controles aéreos sobre pasajeros de países relacionados con el terrorismo (muchos de mayoría musulmana), después de que el día de Navidad de 2009 un nigeriano lograra embarcar en Amsterdam rumbo a Detroit cargado de explosivos que intentó hacer estallar en pleno vuelo.

No hay duda de que desde los atentados del 11-S en Nueva York existe especial sensibilidad hacia los posibles vínculos entre terrorismo e islam y los intentos de nuevos ataques contra la ciudad por parte de integristas musulmanes en los últimos años no ha ayudado a normalizar la situación.

Sin embargo, sorprende que nueve años después de aquellos ataques -cuando los neoyorquinos dieron un gran ejemplo de racionalidad al no cargar contra todos los musulmanes por actos cometidos por extremistas-, en 2010 se haya vivido en la ciudad un renacer de sentimientos antiislámicos.

Uno de los grandes detonantes de ese fenómeno fue la polémica suscitada por el proyecto de construir un gran centro cultural islámico a pocas manzanas de donde aún hoy se percibe el solar que dejaron en 2001 las Torres Gemelas.

"La mezquita de la zona cero", como la bautizaron opositores y algunos medios, encendió una mecha a comienzos de año que generó un agrio debate en la ciudad, obligando a posicionarse a autoridades, artistas y otras personalidades.

Mientras muchos estadounidenses -entre ellos el mismo presidente, Barack Obama- consideran que se debe respetar la libertad de culto, muchos otros creen que sus promotores podrían mostrar más sensibilidad hacia las víctimas del mayor atentado terrorista sufrido en este país y levantar el edificio en cualquier otro lugar.

A lo largo del año la polémica fue ganando dimensión, hasta que el 11 de septiembre de 2010 alcanzó punto más álgido, cuando el pastor evangelista Terry Jones, líder de una secta de 50 feligreses, hizo una llamamiento a la quema del Corán que desató la ira en el mundo musulmán y la preocupación de las autoridades estadounidenses.

Ante la enorme presión recibida desde todos los frentes (incluido el papa Benedicto XVI), el polémico pastor viajó a Nueva York y en vísperas del noveno aniversario del 11-S condicionó su convocatoria a que el imán Feisal Abdul Rauf, promotor del centro, alejara su futura sede de la "zona cero".

Con ello, este aniversario del 11-S sorprendió a los neoyorquinos más divididos que nunca sobre este asunto, con manifestaciones en pro y en contra del centro y constantes enfrentamientos dialécticos en los medios.

Cuando la polémica sobre el centro islámico aún estaba ganando dimensión, el 1 de mayo de 2010, un joven paquistaní de 30 años con nacionalidad estadounidense, Faisal Shahzad, decidió colocar un vehículo bomba en la concurrida plaza de Times Square.

Finalmente la camioneta no estalló y, dos días después, cuando ya estaba subido a un avión rumbo a Dubai, fue detenido. En octubre se le condenó a cadena perpetua.

"Preparaos, la guerra con los musulmanes acaba de empezar. La derrota de EEUU es inminente y ocurrirá en un futuro cercano", aseguró tras oír la sentencia el frustrado terrorista, quien también reconoció que planeaba cometer otros ataques en la ciudad "hasta que fuera capturado o abatido".

Al tiempo que Shahzad ejecutaba su atentado, comenzaba también en Nueva York el mediático juicio del afgano Nayibullah Zazi, acusado de querer atentar contra el metro neoyorquino en septiembre de 2009.

Todo ello contribuyó a que resurgiera en la ciudad cierto sentimiento antiislámico que ha obligado en más de una ocasión al alcalde de Nueva York, Michael Bloomberg, a advertir de que no tolerará reacciones violentas contra las comunidades árabes o musulmanas.

"Hay manzanas podridas en todas partes", dijo poco después de la detención de Shahzad, mientras en la ciudad continuaba el debate sobre dónde juzgar al presunto cerebro del 11-S, Jalid Sheij Mohamed, y a otros de sus supuestos cómplices, presos en Guantánamo.

Washington quería que fuera en Nueva York, pero se ha encontrado con una férrea oposición e incluso recientemente, el gobernador electo del estado, el demócrata Andrew Cuomo, dijo que haría todo lo posible para evitarlo.

De la misma opinión es el alcalde, que no quiere que la ciudad -la más amenazada del mundo, según recuerda a menudo su Policía- vuelva a ser centro de atención por este asunto ni tenga que cargar con los costes económicos, logísticos y de seguridad del proceso. EFE

Compartir esta publicación:

WhatsApp
Facebook
X
LinkedIn
Pinterest