El problema no se minimiza porque el ministro de Economía, Planificación y Desarrollo, Juan Temístocles Montás, haya admitido que el combate a la corrupción “no sale como principal tema” en las encuestas que maneja el gobierno. El meollo del asunto se concentra en lo que significa para la sociedad dominicana este mal y que se contradigan afirmaciones tales.
Tampoco resulta correcto desestimar la opinión de la sociedad dominicana y considerar que el tema de la corrupción no sea una de sus prioridades, dadas las consecuencias que se viven con este mal, cuyo deterioro y profundidad afecta sobre todo a las mayorías y alcanza límites inimaginables en disímiles sectores.
Claro que las encuestas deben indicar, además, “la inseguridad ciudadana, el tema de los apagones, el desempleo y el alto costo de la vida” como asuntos medulares. Pero, la corrupción no puede quedar a la zaga.
Son todas aquellas fallas y la mano de los corruptos, aquellos que acentúan la falta de educación, el déficit energético, las carencias de salud y de seguridad social. Los recursos que se extraen de la mala gobernabilidad dañan desde adentro y su reflejo es la baja calidad de vida de la ciudadanía.
Si Montás refiere que el gran reto está en recuperar la confianza de todos los sectores de la vida nacional para lograr “en un período de veinte años la transformación radical de la República Dominicana”, tiene que reafirmar ante todo, la lucha contra ese flagelo.
No basta con pensar que el país ha disminuido sus índices de corrupción, según datos contenidos en el informe de Transparencia Internacional publicado en Alemania. Según informó Miriam Díaz Santana ante miembros del Consejo Nacional de Participación Ciudadana, “la corrupción sigue siendo una práctica habitual en República Dominicana”, lo cual desmiente lo que ha dicho el presidente Fernández acerca de que no es generalizada y que se presenta en casos aislados.
Señalada como uno de los problemas más serios que enfrenta el mundo en el siglo XXI, el poder moral del Estado dominicano y sus ciudadanos deben converger en esta lucha frontal contra la corrupción que azota fuerte en estos días.