close

Salud a la deriva para hispanos en EE.UU.

LA VOZ DE LOS QUE NO LA TIENEN ||
Facebook
Facebook
Youtube
Instagram

María Guiñaga perdió a causa de su artritis el último empleo fijo que tuvo en una empacadora de camarones. Y junto al trabajo se fueron sus posibilidades de acceso al sistema de salud.

Guiñaga es uno de los casi 24 millones de hispanos que no pueden costear un seguro médico privado.

"Ahora curo casi todo con un té de hierbas y para el dolor de huesos me las arreglo con esas pomadas que te calientan todo el cuerpo", explicó a BBC Mundo esta mexicana que desde hace más de 30 años reside legalmente en Estados Unidos.

María es uno de los casi 24 millones de hispanos menores de 65 años en el país que no pueden afrontar el pago de un seguro médico privado.

Un estudio elaborado por la organización Familias USA a partir de datos provistos por la Oficina del Censo y el Departamento de Salud Pública estadounidenses revela que una de cada tres personas pasó al menos parte de los dos últimos años sin cobertura de salud.

Entre ellos, los latinos son los más desprotegidos: un 55,1% carece de seguro, comparado con el 25,8% de los blancos no hispanos o el 40,3% de la población negra.

Para aquellos que aún no han llegado a la edad de jubilarse, no califican como indigentes para la asistencia pública o simplemente no pueden demostrar residencia legal en el país, remedios caseros y medicamentos de venta libre son los únicos recursos al alcance del bolsillo.

Demasiado tarde

Pero el tener trabajo tampoco es una garantía. El reporte de Familia USA señala que ocho de cada 10 personas sin cobertura médica en Estados Unidos sí cuentan con algún tipo de empleo.

En el caso de los hispanos, el problema es más agudo pues mayormente trabajan en rubros como construcción, limpieza o alimentación donde los empleadores habitualmente no ofrecen seguro médico.

Y cuando este beneficio está disponible, a menudo lo que le toca pagar al empleado está por encima de sus posibilidades salariales.

"Aquí los costos médicos son prohibitivos, por lo que mucha gente posterga la atención hasta que la gravedad de la dolencia es evidente. Y eso a veces es demasiado tarde", dijo a BBC Mundo Geraldine Henrich-Koenis, portavoz de la organización.

Muchos terminan en la sala de emergencias de los hospitales, pues en el caso de las urgencias existe la obligación de atenderlos aunque luego no puedan afrontar el pago de los servicios.

En un reciente seminario sobre la reforma al sistema de salud impulsada por el gobierno del presidente Barack Obama, la doctora Alice Chang del Centro Médico de la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA) relató uno de estos casos.

Su paciente era un comerciante que había suspendido los pagos al seguro privado. Enfermó de los intestinos y dilató la consulta médica hasta último momento. Finalmente murió a los pocos días de ser ingresado en el hospital de la UCLA.

"Me sentí desolada (…) que le había fallado. Pero ahora pienso que todos le fallamos. Con un mejor sistema de salud, este paciente y muchos otros podrían sobrevivir", dijo a la audiencia.

De mal a peor

Las estadísticas señalan que la carencia de chequeos de rutina o cuidado preventivo en el caso de las personas sin seguro hace que se enfermen con más frecuencia y mueran más jóvenes que aquellos con algún tipo de cobertura médica.

Y que cuando finalmente se ven enfrentados a la necesidad inevitable de recurrir al médico, terminan gastando mucho más por la atención ante la imposibilidad de negociar precios con los proveedores de salud, como sí lo hacen las aseguradoras.

Guillermo Armenta, responsable de Servicios Sociales de la Misión Católica de La Placita en el centro de Los Ángeles, aseguró a BBC Mundo que este es uno de los problemas más severos que enfrenta la comunidad hispana.
"Tratamos de ayudar proveyendo algunos cuidados básicos, educación preventiva y orientación para tratamientos en clínicas comunitarias de muy bajo costo", explicó.

La Placita cuenta con dos médicos y tres enfermeros para atender a unas 30 personas todos los lunes y regularmente ofrece a mujeres la posibilidad de realizarse mamografías y exámenes ginecológicos.

Pero Armenta reconoce que "la oferta de servicios para la gente de bajos recursos es insuficiente, sobre todo en el actual contexto de crisis económica".

En el otro extremo del país, Carlos Orellana, presidente de la organización "Somos la Llave del Futuro" en la zona rural del estado de Nueva York, pone de relieve otro problema que a menudo pasa desapercibido.

"Hemos descubierto que hay muchos casos de depresión entre los inmigrantes latinos a causa del aislamiento, la falta de comunicación por no manejar el inglés y la lejanía de la familia".

Para Orellana la salud mental está aún mucho más relegada que la salud física, en parte por los tabúes y las dificultades para reconocer los síntomas, pero también porque para esta gente "es impensable disponer de US$100 para pagar cada cita con un terapeuta".

Su organización acaba de lanzar un programa de capacitación de promotores comunitarios voluntarios que ayuden a detectar estos problemas y orientar el tratamiento.

Ayuda divina

Al presentar el informe sobre la cantidad de personas sin seguro médico en Estados Unidos, Ron Pollack, director de Familias USA, señaló que "la situación es peor que una epidemia".

"Es por esto que una reforma significativa del sistema de salud es impostergable", reclamó.

Garantizar el cuidado de la salud a cada familia en Estados Unidos fue una de las principales promesas de campaña del presidente Obama.

Mientras esto llega, frente a la empresa de alquiler de vehículos para mudanzas donde regularmente ofrecen sus servicios a los clientes, dos indocumentados guatemaltecos explicaron a BBC Mundo su "ventaja" frente al problema.

"Los inmigrantes somos gente fuerte, acostumbrada a trabajar duro y a no enfermarse", explicó Hugo, quien reside ilegalmente en Estados Unidos desde hace 14 años.

Su compañero, Trinidad, asegura que "es Dios en realidad quien nos protege".

Ambos dicen no haber tenido nunca un problema importante de salud, pero admiten que si les ocurriera probablemente tendrían que salir a conseguir dinero prestado para afrontarlo.

Unos minutos más tarde, ya en el calor de la charla, Hugo confiesa que desde hace semanas tiene una molestia en su pierna izquierda.

"Ya va a pasar. Siempre pasa", me aseguró.

No Comments

Leave a reply

Post your comment
Enter your name
Your e-mail address

Story Page