He buscado durante mucho tiempo a ese príncipe azul que desde pequeños hemos visto en las películas infantiles. Sin embargo, por alguna razón, yo no lo he encontrado.
Todas mis relaciones han sido dolorosas, no cumplían mis expectativas y hasta en muchos casos dependía del otro para ser feliz, para sentirme segura.
Busqué arduamente a ese príncipe azul hasta que me di cuenta de que no era real y de que su búsqueda me llevaba a sumergirme en relaciones llenas de mentiras y de ilusiones ficticias.
La gran mentira del príncipe azul
Todos conocemos la historia de ese príncipe azul que salva a la princesa que se encuentra en una alta torre atrapada o que es amenazada por un dragón.
Ese príncipe galante, cortés, respetuoso y salvador cuyo trofeo por su gran hazaña es esa princesa que no puede ayudarse a sí misma, que no puede ser feliz si un príncipe azul no viene a por ella.
Hemos crecido en base a esta creencia de que necesitamos a alguien que nos haga felices. Por eso, la pareja se ha convertido en algo tan importante y la soledad en algo terrible de lo que huir.
Si nadie nos quiere, no podemos sentirnos queridas; si nadie nos desea, no podemos sentirnos deseadas. ¿Es que necesitamos el reconocimiento de los demás para ser algo?
Todo esto ha desencadenado una gran epidemia que azota en nuestro siglo. La denominada dependencia emocional.
Descubre: Dependencia emocional, cuando el amor se convierte en una droga
Nos aferramos a la pareja creyendo que estamos locamente enamoradas, nos atamos a ella porque tenemos un gran miedo a perderla.
Sin esa persona no somos nadie, perdemos nuestra identidad. ¿Por qué ocurre esto? Porque hemos permitido que el otro nos defina, que nos haga felices.
Le hemos dado toda la responsabilidad a ese príncipe azul que, en más de una ocasión, no nos corresponde como esperábamos.
No pasa nada por estar solas
¿Has utilizado alguna vez a las personas para evitar estar sola? Quizás tu primera respuesta sea no, pero si has enganchado relaciones unas con otras, lo más probable es que sea un sí.
Tras una ruptura debemos permitirnos estar solos. Tenemos que pasar un duelo y eso se traduce en tiempo.
Es verdad que la palabra soledad da miedo, mucho miedo. Pero, ¿te has preguntado por qué? Te conformas con personas que tapen ese vacío mientras esperas que llegue tu ansiado príncipe azul.
No obstante, este nunca llegará, no solo porque no existe, sino porque tú misma no estás aprendiendo a estar a solas contigo.
Tienes miedo. Tal vez has sufrido mucho en tu infancia y llevas a tus espaldas múltiples carencias afectivas. Duele estar sola, ¿verdad? Sin embargo, el dolor puede ser muy sanador.
No podemos pretender amar a otros si no aprendemos a amarnos primero nosotros mismos. No podemos establecer vínculos con personas que, en realidad, no nos gustan ni nos llenan tanto como deseamos.
El conformismo jamás será una opción. Tú te mereces lo mejor y no pasa nada por estar solo. Es más, esto puede ser muy enriquecedor.
Practica el desapego
Cuando te apegas demasiado a tus parejas y les das una importancia a su vida sin igual, sufres mucho, ya que la vida se te va cuando estas personas se marchan.
Pero, si lo piensas bien, esto no ocurre con tus amistades, profesores que has tenido u otra serie de relaciones que, por algún u otro motivo, terminan distanciándose.
La pareja lo es todo para ti, pero en realidad no es así. Deja de esperar que un príncipe azul te haga feliz.
Algún día, tal vez, una persona normal y corriente llegue, pero no para hacerte feliz ni llenar tus vacíos, sino para emprender juntos un camino maravilloso.
Si la relación no va bien, ¡no pasa nada! Suelta, porque no se acabará tu vida porque alguien decida alejarse de ti, la cosa no funcione o todo cambie.
Antes de irte no te pierdas: No necesitas que nadie te complete: eres una persona entera
Estás completa, tú sola puedes salvarte y ya no estás en intensa búsqueda de alguien que llene tus necesidades. Porque, ¿sabes qué?
Nadie podrá darte lo que necesitas más que tú misma. Si no lo haces, prepárate para experimentar lo que es sufrir por amor y que los demás te decepcionen.
¿Empezarás a quererte a ti misma sin esperar que alguien más lo haga?
