En la investigación más reciente en examinar el concepto de páncreas artificial para la gestión de la diabetes tipo 1, los investigadores británicos informan que lograron mejorar el control de la glucemia y reducir el riesgo de hipoglucemia peligrosa durante la noche.
Un análisis de datos reunidos mostró que el tiempo general que la glucosa en plasma se encontraba en los niveles objetivos "aumentó en una media de 28 por ciento" con el páncreas artificial, según Roman Hovorka, autor líder del estudio y asociado principal de investigación de la Universidad de Cambridge en el Reino Unido.
El equipo de Hovorka es uno de varios que trabaja en la producción de un páncreas artificial efectivo, también conocido como sistema de circuito cerrado o sistema cerrado de distribución.
Un páncreas artificial combina la tecnología existente para la gestión de la diabetes, las bombas de insulina y monitores continuos de glucosa, con un sofisticado algoritmo computarizado que le indica a estos dispositivos lo que se debe hacer cuando los niveles de glucemia aumentan o se reducen.
El sistema cerrado de distribución, por ejemplo, computa las dosis de insulina y las administra según los niveles de glucosa detectados por un sensor. La esperanza es que el páncreas artificial imite con bastante precisión la manera en la que un páncreas humano normalmente libera insulina en respuesta a los alimentos o al estrés.
Un páncreas artificial efectivo tiene el potencial de mejorar sustancialmente las vidas de los pacientes de diabetes tipo 1. La diabetes tipo 1 es una enfermedad autoinmune en la que el sistema inmunitario del organismo ataca las células beta del páncreas, que producen insulina. El ataque autoinmune destruye tantas células beta que alguien que tenga diabetes tipo 1 ya no puede producir la insulina que el organismo necesita.
La insulina es una hormona esencial para que el organismo transforme los azúcares en energía. Las personas que tienen diabetes tipo 1 no sobrevivirían sin insulina de reemplazo. Sin embargo, reemplazar la insulina no siempre es fácil.
Aunque tener demasiado poca insulina podría ser mortal, su exceso también puede causar problemas graves. En el peor de los casos, coma y hasta la muerte. Reemplazar la insulina es un complicado acto de equilibrio que exige monitorización constante de la glucemia.