En este 13 de marzo, en el 86 aniversario de su nacimiento, publicamos del libro biográfico en producción, titulado “Minerva Mirabal, su vida y obra en mis recuerdos”, de Violeta Martínez, un fragmento del capítulo final.
A mediados del 1960, Minerva le escribe a su Santidad, Papa Juan XXIII, exponiéndole la situación ignominiosa imperante en el país.
A Su Santidad
El Papa Juan XX III
Ciudad del Vaticano
Beatísimo Padre:
El pueblo dominicano, católico desde su hora germinal y cuya independencia fue en su mayor parte la obra de la Iglesia, pueblo que ostenta el privilegio de haber sido, hace más de cuatro centurias, el primero que en América asistió al santo Sacrificio de la misa y que hoy se debate en el infortunio de una tiranía sin precedentes en la historia, recurre ante Vos, Beatífico Padre, con dolor y esperanzas a la vez, para exponeros como en la angustia de esa situación se encuentra solo sin la ayuda espiritual de los jerarcas de la Iglesia en la República, quienes aparentemente actúan como aliados del régimen político que lo oprime y esclaviza, haciendo de esta manera más difícil la cruzada por recobrar la libertad.
Santo Domingo era una nación americana empeñada en eliminar lo que de defectuoso quedaba de la vida colonial. Era una colectividad en el natural proceso de su integración histórica y política. Privaba en todos los órdenes una decisión evolutiva, aunque no con el ritmo que anhelaba nuestro patriotismo y nuestro afán de superaciones. Se mejoraba nuestra legislación. Se creaban nuevas instituciones y se perfeccionaban las que no respondían a los fines de su instauración. Habíamos sufrido las dictaduras que habían sido transitorias, y aún en nuestros períodos más ominoso se gozaba de un mínimo de libertades y se respetaba, como algo sagrado, los principios morales y religiosos que, desde nuestros ancestros, regían la familia dominicana.
De súbito, en 1930, aquella evolución se paraliza. Las armas de la República se vuelven contra ella y sus instituciones y asalta el poder un oficial que había iniciado su carrera al servicio de las fuerzas norteamericanas de ocupación…
De esta carta solo había cinco páginas.
La autora reafirma en dichas páginas: “Luchamos por la Libertad. Un privilegio del hombre por su inteligencia, libre albedrío y función social. Contra la coerción irrazonable y los horrendos crímenes de la dictadura Trujillista”.
…Muchos dominicanos he conocido, de los cuales solo queda el triste recuerdo, que han desaparecido horrorosamente por haber puesto en práctica la libertad constitucional en la expresión.
El libro “Minerva Mirabal, su vida y obra en mis recuerdos”, de Violeta Martínez, verá la luz próximamente. La sociedad dominicana podrá conocer datos inéditos de los años adolescentes, mozos y juveniles de esta gran luchadora antitrujillista.
Agradecemos a Violeta Martínez su generosidad y cortesía por facilitarnos en este día algunos otros textos de su preciada obra:
“Minerva, su sentimiento puro: veía en ello un deber y su pasión un objetivo.
“La democracia se logra cuando se es libre. A través de la educación del pueblo. Está basada en la igualdad social de todos ante la ley. Que tengan acceso profesional a todas las ramas del saber. El gobierno democrático deberá formarse de seres educados moral e intelectualmente. Lo que hemos carecido siempre. Y hoy más que nunca.
“El pensamiento vivo, creativo, puro de Minerva, fue amar a su país y aunque no pudo ver sus sueños realizados, significó encender la confianza, la llama con aquella mística familiarizada enardecida que surge indestructible de cada nueva juventud, de cada generación naciente.
“Hoy llegamos a la triste realidad, como si fuera que el éxtasis sublime libertario del ayer, se desmorona y se convierte repentinamente en agotamiento sin sentido, fuego que quema a millones, se apaga y solo deja ceniza, escoria… dolor. Por su causa…”.
“Son muchas las pruebas recibidas de las bondades de nuestro pueblo, seguiré luchando hasta alcanzar mi objetivo. Su libertad”. Minerva.
“Recordando a nuestra inolvidable Minerva Mirabal, sin un Adiós, solo…con un: “…hasta siempre, querida Minerva, con tus palabras, estaremos juntos a nuestro pueblo, todos unidos, combatiendo eternamente, por la realización de tus nobles ideales”.
Seguiré luchando aun después de muerta, porque nada termina hasta que no llega al final. Minerva