La transformación de Eliú en el campamento

Aunque al pequeño Eliú De la Cruz, al principio le daba temor la idea de compartir con otros niños que no son los que acostumbra; no imaginó que los amiguitos del campamento de verano serían como su familia.
 
“Me siento como en mi casa y comparto con otros chicos de todas las edades”, comentó visiblemente emocionado Eliú.
 
La mayoría de los chiquillos se inquieta ante la mención misma de la palabra campamento. Para el chico de nuestra historia, este era el primero, debido a que sus padres no contaban con recursos suficientes para pagar uno y habían decidido dejarlo en casa. “Me pasaba mis vacaciones viendo televisión en la mañana y jugando en la tarde. Esta vez parecía que todo iba a ser igual, hasta que su familia supo del Campamento de Verano 2013, bajo el lema Ruta Ecológica”.
 
Entre ellos
 
Eliú De la Cruz forma parte de los más de 1000 niños que integran la matrícula del campamento de la Fundación Mauricio Báez, ubicada en la plaza que lleva el mismo nombre, en el sector Villa Juana.
 
Al principio le costó adaptarse. Se sentía tímido con las nenas; pero, a medida que fueron pasando los días, se sintió genial y ya está pensando en las actividades que harán el próximo año en este mismo sitio, donde disfrutan de la danza, pinturas, flauta, huerto, barro, bisutería, reciclaje, origami, maqueta ecológica, muñeca de cartón y otros. También fuera del programa de acciones formativas, el calendario incluye: piscina, cocina, cuentos, títeres y payasos.
 
¿Cómo no sentirse feliz Eliú y los otros participantes? Este lugar de veraneo está compuesto por impúberes y adolescentes de escasos recursos, provenientes de esa barriada que no tiene facilidad de asistir a una actividad de este tipo, por la dificultad de costearla.
 
De acuerdo al presidente de institución, Leo Corporán, el objetivo principal es ocuparlos en el período de vacaciones, integrándolos al aprendizaje de cosas nuevas, en provecho de su crecimiento.
 
“La idea es que los chavales se conozcan uno con otros y aprendan las normas de convivencia. Los juegos son la mejor combinación para adiestrarse en cómo hablar en público, trabajar en equipo y desarrollar sus aptitudes personales”, precisó Corporán, quien añadió que la protección de los vacacionistas está a cargo de un equipo multidisciplinario, compuesto por unas 100 personas entre médicos, profesores y sicólogos.
 
El Centro Cultural Mauricio Báez y su agrupación nace del club del mismo nombre, institución que cumplirá próximamente 51 años de fundada. Allí un grupo de especialistas se ha esforzado en levantar y sostener con responsabilidad un espacio donde se ofrece educación, salud, cultura, disciplina deportiva y recreación.
 
El Club Mauricio Báez y su fundación realizan una labor encomiable con menores y jóvenes desde hace años, pero surgen de manera formal el primero de marzo del año 2011, como medio de cultura y ayuda social al sector de Villa Juana y zonas aledañas, donde más de 500 ciudadanos, entre empleados y voluntarios, han hecho posible la realidad de un servicio social.
 
Para Corporán el plato fuerte del patronato es que no discrimina. “Todos caben allí, siempre que se ajusten a las normas establecidas, pues esto es a fin de inculcarles la disciplina como norte”.
 
El Centro Cultural cuenta con una formidable biblioteca, amplia y ambientalmente confortable, que ofrece a estudiantes, a la comunidad y a quien requiera, los servicios de manera gratuita, tanto para la utilización de los diferentes libros y enciclopedias, así como para el uso de computadoras con acceso permanente a Internet.
 
El espacio de la biblioteca está dividido en áreas por edades: infantil, juvenil y para adultos. Eso posibilita un mayor aprovechamiento del espacio, donde se les facilita a los usuarios abundante material de consulta.
 
La Fundación dispone de un área de servicios médicos en la que atiende casos de emergencias y se ofrecen consultas en diferentes especialidades médicas.

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