A raíz del la Sentencia 168/13 emitida por el Tribunal Constitucional, se ha producido un amplio debate en el país sobre quién debe o no ostentar la nacionalidad dominicana. Gente de todo tipo ha opinado sobre el tema, especialistas en la materia, protagonistas de opinión pública y, sin dejar de lado, gente sencilla del pueblo que, aunque no entienda mucho de lo que se trate, está atenta. Cada quien tiene su razón y la interpreta, solo le basta mirar los intereses que defienda, y ya, le queda.
Sobre el acontecer observo que un alto porcentaje de los dominicanos se centra en señalar que a los ilegales, en su mayoría haitianos, no se les puede otorgar la nacionalidad. Se dice, y sin que se tenga altoparlantes para que sea oído en todo el territorio de la República Dominicana y más allá, que la nacionalidad no se compra ni se regala, lo cual es una apreciación muy sentimental y pura que, un botón bastaría como muestra para hacer valer esta defensa del amor patrio que se encuentra depositado en la sangre y se transmite de generación en generación cual preciado germen del honor y gloria.
Basta un botón para darle la razón a esta mayoría , acusada hoy por interesados en echar por la borda la sangre derramada por los Trinitarios y héroes de la Independencia del 27 de Febrero de 1844 y batallas posteriores, de ser racistas, xenófobos, trujillistas y cuantos despectivos más les venga en ganas, con el objetivo de destruir el legado de Duarte y la emancipación de Luperón; así como, el ejemplo de libertad de los prohombres del 14 de Junio del 1959 y los del 30 de Mayo de 1961.
Para muestra basta un botón, y este aforismo no podía ser más oportuno, en estos momentos en que las autoridades dominicanas se encaminan a poner en marcha el proyecto de regularización de ilegales en la República Dominicana, entre otros estamentos de la Sentencia referida, para definir, de una vez y por todas, quien merece ser considerado dominicano más allá de la sangre y el orgullo, lo que no se compra ni se regala.
El botón de muestra es el caso de decenas de estudiantes de origen haitiano del liceo José A. Robert, de Barahona, quienes no sienten en su pecho el ardor cuando se interpreta el Himno Nacional ni cuando se eleva nuestra bandera para verla más arriba mucho más, únicamente, porque se niegan a unirse al coro de estudiantes dominicanos en tan sagrado momento de renovación cotidiana de la dominicanidad.
La denuncia la hizo el profesor Domingo Batista Feliz, quien también es miembro de la Asociación Dominicana de Profesores –ADP-, al asegurar que más del 50 por ciento de los estudiantes de la referida escuela es de origen haitiano y, de acuerdo a sus palabras, estos estudiantes no se sienten identificados con los símbolos patrios que dieron origen a la República Dominicana, por lo que afirma sentirse preocupado por ser parte de la comunidad educativa del liceo. Explicó que la escena no sólo se produce cuando se inicia la docencia a las 8 de la mañana de cada día, sino también a las 6 de la tarde cuando es bajada nuestra Bandera.
El asunto sobre lo que está ocurriendo en Barahona no es tan simple con estudiantes en su mayoría hijos de haitianos ilegales allí, quienes, de acuerdo al profesor Batista Feliz, para no cantar el himno dominicano y estar presentes cuando se levanta la bandera, llegan 10 o 15 minutos más tarde al recinto educativo, sino que, se agrava, porque el profesor denunciante asegura haber sido agredido a pedradas y palos por los estudiantes de origen haitiano, cuando les exige que canten el Himno Nacional al entrar al recinto educativo previo al inicio de las labores docentes.
Este botón es muestra de lo que se debate hoy, y aunque no es mi propósito echarle una cuarta de jabón al salcocho de quienes abogan para que se les de la nacionalidad a descendientes de ilegales haitianos nacidos en el territorio de la República Dominicana, creo que podría aportar en la concientización de lo que está en juego y de la trascendencia que pueda tener en el curso de los años; evidencia en toda su esencia que el asunto no es un mero capricho de quienes sienten en su pecho la dominicanidad y la expresan para que se entienda que la nacionalidad no se regala ni se compra.
Este botón de muestra fue reportado por un periodista corresponsal de distintos medios de comunicación en Barahona, a mediados del 2011, y del cual esta escribiente se hizo eco al leer la indignante información publicada en el tradicional vespertino dominicano, sin pensar que hoy tendría más actualidad que entonces. Ayer como hoy, no importa, es igual, siempre será igual, habrá otras muestras y otros botones que se estarían dando en otros lugares del país sin que sean dados a conocer, porque podría haber apandillados dominicanos en este ocultamiento que traiciona y denigra la nacionalidad dominicana.
Verdades hay de sobran para decir y repetir que si en su condición de ilegalidad, cosa que no tendrán en ningún país del mundo, se les alberga aquí; si por años la República Dominicana les ha permitido a sus padres ilegales que trabajen aquí; se han alimentado con productos extraídos y producidos por tierras dominicanas; han recibido escolaridad en escuelas construidas por gobiernos dominicanos; han recibido atenciones médicas; los dominicanos les han ofrecido condiciones humanas de libertad de tránsito y de considerarlos seres humanos; se les ha mostrado el sentimiento de la solidaridad y se les ha dado, sobre todo, la hospitalidad, entonces ¿Por qué negarse a interpretar nuestro Himno Nacional?.
Para muestra el botón de que “el nacionalismo se lleva en la sangre, viene en las entrañas cuando se nace y no muere cuando se muere, se queda rondando en el recuerdo del alma y se enclava en el viento, cuando soplan brisas de querer mancillarlo”. El botón de muestra deja claramente, claro, valga la redundancia, que a los hijos de ilegales haitianos, aunque hayan nacido en la República Dominicana, no les corre, como torrente sanguíneo, el amor hacia el suelo que le ha visto nacer, lo que se duplica con el legado de quienes ofrendaron sus vidas en aras de la libertad y el honor, en la máxima expresión del sentimiento y el pensamiento patriótico.
Aunque los hijos de ilegales haitianos nacidos en territorio dominicano no se sientan identificados con los símbolos de la dominicanidad, debe primar, por sobre todas las cosas, el valor del agradecimiento, tema, como otros tantos, que también se debaten de forma enmascarada por gente sencilla del pueblo. Queda a la historia de ambas naciones ofrecer tales explicaciones y despejar las dudas.
