Ecuación del poder: (20 ÷ 2) + (PLD-PODER) = 16L + 4 D. Es decir, que de veinte años que tendría el PLD en el poder para el 2020, dieciséis serían gobernados por Leonel y cuatro por Danilo. Por eso, otra candidatura del que nació para siempre aspirar demostraría que, en República Dominicana la democracia es una división malhecha o una muestra de la iniquidad de la matemática partidista y del desequilibrio de la ecuación del poder.
Las consecuencias proyectadas en cualquier análisis del fenómeno reeleccionista son como las imágenes de una radiografía levantada para ser vista con la luz: se aprecia un partido cuyos órganos podrían ser triturados y convertidos en un instrumento para que “el nuevo rey” imponga su monarquía.
Al comparar la historia de los mandatarios latinoamericanos y la duración de sus períodos presidenciales se descubre que el caso dominicano es escandaloso y preocupante, pues solo en la época contemporánea dos presidentes nuestros han gobernado 34 años, digamos ocho mandatos y medio para ellos solos y todavía se quiere más y más, sin que se sepa hasta cuándo, porque no se tiene el civismo de marcar el fin. Es una llave abierta con la cruceta dañada chorreando reelección con un derroche asombroso.
No hay que ser un profeta para prever los aires del caudillismo que hoy se llama “Un nuevo liderazgo”, que no es otra cosa que la marca “vuelve y vuelve” o la versión renovada del “solo ganamos con él”. El autobús parece no llegar a ningún espacio sino es con el mismo chofer, porque “no se puede cambiar de caballo cuando se está pasando un río”. ¡Caramba!, que destino más infeliz. ¡Fulano sin ti se hunde este país!
Repito que es preocupante porque algunos aspirantes tienen miedo de decir la verdad, su sentido de la lealtad -yo diría del servilismo- los hace temerosos, con extraña timidez quieren llegar, pero si “él vuelve me retiro”. Una manera de “sí se impone yo continúo amasando y no corro ningún riesgo”. El recelo al león es un pánico general, y existen precandidatos que hasta rugen igualitos que el amo de la selva, aunque lo disimulen llevan un león por dentro, lo de afuera es pura apariencia.
Por eso cuando se escucha la expresión “el partido ganará en primera vuelta”, no se confundan, que “el partido es él”, y cuando otro tumba polvo dice “el partido gobernara hasta el 2040”, tampoco se enreden pues quieren hacer sentir bien al “eterno aspirante”. El cáncer generado por la adulación caudillista mata la dignidad de las organizaciones provocando que parte de su militancia sean como las muñecas cibaeñas, no tienen cabezas para pensar, son autómatas que solo se limitan a corear y aplaudir; ¡Qué viva el dios de todos los dominicanos! ¡Qué viva!
Ecuación del poder: (20 ÷ 2) + (PLD-PODER) = 16L + 4 D. Ante la anterior ecuación del poder, pregunto, ¿de quién o de quiénes depende el equilibrio de esta ecuación que presenta números que invitan a no defender estas cifras arrolladoras de la razón? Evidentemente que depende de una militancia que debe ver el presente y el porvenir con ojos propios y no con las gafas vendidas por la publicidad engañosa.
Este sentido y esperado ajuste del fiel de la balanza del poder, también pende de la visión de los que “no son líderes” –nadie nace siéndolo- y que bien pudieran serlo demostrando capacidades de concertación y de nuevos enfoques para dirigir el Estado con el más alto nivel de pulcritud por el real camino de solución de los temas aun engavetados.
Como el Zaratustra de Nietzsche en la cima de la montana contemplando al sol saliendo de las entrañas del océano: -Os habláis a los dirigentes que con entusiasmo aspiran a conducir el gobierno. ¡Hermanos míos!, es momento de enrumbar la nave por mares menos riesgosos de las embestidas de los peces pirañas que se comen en silencio el Estado y después se ríen diciendo “presenten pruebas”.
¡Hermanos míos! –Repitió Zaratustra con una estrella amarilla marcada en su frente de púrpura (morada). “La oportunidad está en el horizonte. Se deben poner la proa y las voluntades en la misma ruta del sacrificio por el pueblo. ¡Capitanes levanten anclas!, deben tener una fe inquebrantable en que se llegará empujado por los vientos del esfuerzo y del trabajo. Y no olvidéis maestros sostenedores del timón, que a navegar también se aprende navegando”. Así habló Zaratustra a los precandidatos indignados por la injusta ecuación del poder.
