A pesar de la oposición de casi la mitad de los votantes brasileños, la presidenta izquierdista Dilma Rousseff ganó la reelección y tendrá otros cuatro años para intentar retomar el crecimiento de la otrora floreciente economía que se quedó estancada.
Rousseff, una mujer de 66 años que fue guerrillera marxista en su juventud, se sobrepuso al creciente descontento por la economía, los malos servicios públicos y la corrupción para conseguir el domingo por un estrecho margen su segundo mandato, el cuarto consecutivo para su Partido de los Trabajadores (PT).
Después de una implacable e impredecible campaña que enfrentó a los brasileños más pobres agradecidos con el Gobierno por los programas antipobreza contra aquellos exasperados por el estancamiento económico, Rousseff ahora tiene que buscar seguir con estos planes sociales aún cuando modifique políticas económicas para recuperar el crecimiento.
La mayoría de los inversores dudan de que Rousseff pueda reactivar la economía luego de cuatro años de políticas poco eficientes para las industrias.
El índice bursátil brasileño Bovespa caía más de un 5 por ciento temprano el lunes, mientras que la moneda local, el real retrocedía en torno al 4 por ciento.
En las primeras operaciones de la sesión, el Bovespa se desplomaba y caía hasta un 6,1 por ciento.
Aún así, Rousseff y sus asesores suelen minimizar el pesimismo de los mercados y dicen que son berrinches de especuladores. Mientras sus seguidores celebraban la victoria el domingo, el veterano asesor de política exterior Marco Aurelio Garcia dijo a periodistas que los inversores deberían relajarse y «tomar tranquilizantes».
Ante una audiencia de seguidores que respiró aliviada en la capital Brasilia, Rousseff reconoció lo cerrado de la contienda electoral y el mensaje sobre la necesidad de un cambio expresado por muchos votantes.
