En este día recordamos la singladura que cambió la historia, cuando el gran almirante de la Mar Océana, guiado por la fe en su rumbo y el impulso de los vientos alisios, desplegó las velas hacia lo desconocido.
Hoy, domingo de remanso, el buque duerme el sueño de sus aguas. Mas aun en calma, la rosa náutica no se detiene: nos recuerda que todo marino debe mantener el rumbo porque navegar es descubrir y descubrir es nunca renunciar al horizonte.
El océano, ayer testigo del hallazgo, hoy sigue siendo escuela de coraje y brújula de futuro.