Por: Emilia Evangelista
“La tierra es de quien la siembra, por eso esta tierra es mía”. Mamá Tingo.
América Latina es la región del mundo más desigual en el reparto de la tierra, la concentración en manos de unos pocos ha perpetuado desigualdades económicas y sociales, de acuerdo con un informe de la organización humanitaria OXFAM.
Esta situación deriva en un desequilibrio que se refleja en una mayor concentración de la tierra, la riqueza, el poder económico y político en manos de los hombres.
Incrementado, además, la violencia contra quienes defienden la tierra, el agua, los bosques, los derechos de las mujeres, los pueblos originarios (indígenas), y las comunidades campesinas.
Las mujeres enfrentan barreras significativas en el acceso a la tierra, lo que limita su capacidad para garantizar seguridad alimentaria y bienestar económico.
Factores como el género, la etnia y la clase social ponen de manifiesto la disparidad en el acceso, control y uso de la tierra, así como en la calidad y seguridad de los derechos sobre ella.
Un estudio realizado por la Oficina Nacional de Estadística (ONE) en 2019, sobre la mujer propietaria de tierras en República Dominicana, indica que, el 25 % son dueñas o propietarias de tierras, pero al mismo tiempo se identificó que muchas de éstas no son las productoras principales, a pesar de participar en la toma de decisiones y en las labores dentro de la explotación.
En algunos casos, la lucha por la redistribución ha llevado a conflictos y violencia, como se ha visto en comunidades campesinas que defienden sus derechos frente a intereses de poder.
En el siglo XXI, muchas mujeres han liderado luchas por el derecho a la tierra, enfrentándose a desigualdades y promoviendo cambios sociales.
Las mujeres representan más del 40 % de la fuerza laboral agrícola global y solo el 15 % son propietarias de tierra. Un mayor acceso a la tenencia mejora la productividad agrícola, los ingresos familiares y la resiliencia ante crisis alimentarias.
Tener el derecho a la tierra mejora las oportunidades económicas, la seguridad social, la posibilidad de construir una vida digna, formando hogares y comunidades prósperas y resilientes; fortaleciendo su educación y la capacidad de agencia de mujeres y niñas, apostándole a la equidad de género, el cuidado como asunto político y protegiendo la madre tierra. (Universidad Medioambiente , 2024)
El derecho de las mujeres sobre la tierra es fundamental para lograr la igualdad de género y fortalecer la seguridad alimentaria, sobre todo en contextos de emergencia.
Es esencial garantizar derechos equitativos de propiedad para mujeres, eliminando obstáculos legales y sociales que limitan su acceso a la tierra.
El acceso de las mujeres a la tenencia de la tierra sigue siendo un desafío en muchas regiones, especialmente en América Latina. A pesar de que desempeñan un papel fundamental en la agricultura y el desarrollo rural, las mujeres enfrentan barreras legales, culturales y económicas que limitan su derecho a la propiedad de la tierra.