La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha definido también como insuficiente la vacunación infantil, en buena parte causada por los padres que se niegan a inmunizar a sus hijos. Es más, para la OMS este es uno de los principales riesgos que acechan el bienestar de los europeos. Así lo destaca en su informe presentado esta semana por la oficina europea de la institución, que agrupa a 57 países del continente.
En España la situación es menos alarmante y el mensaje, como afirma Lucía Galán, autora del blog Lucía, mi pediatra, debe ser “tranquilizador”. Sin embargo, reconoce la pediatra que los profesionales de la salud españoles están “expectantes y observando de cerca lo que ocurre en nuestros países vecinos”. De momento, según David Moreno, no hay síntomas de contagio: “no se aprecia que haya ninguna vacuna cuyo porcentaje de cobertura haya caído especialmente, ya que en la primera infancia todas se mantienen por encima del 95%”.
El riesgo es no vacunar
Uno de los argumentos habituales utilizados por los antivacunas para defender su posición hace referencia a los supuestos riesgos y efectos secundarios que pueden tener las vacunas. Para David Moreno, sin embargo, las vacunas que actualmente se emplean “han demostrado ser seguras y por ello se siguen utilizando”. En este sentido, explica el portavoz de la AEP, supuestos efectos como el autismo con la triple vírica o los problemas neurológicos con la vacuna del papilomavirus “se han descartado definitivamente en numerosos estudios”.
“Los efectos adversos más frecuentes son la fiebre y el dolor local en la zona de inyección, que en más del 99,9% de los casos son problemas leves y transitorios. En muy contadas ocasiones, se producen efectos adversos más graves, como con cualquier medicamento. El mayor riesgo es una reacción alérgica grave, que habitualmente ocurre en los primeros minutos de la administración de la vacuna. Aun así hay recalcar que estas reacciones son infrecuentísimas”, argumenta el experto.
De la misma opinión es Amos José García Rojas, presidente de la Asociación Española de Vacunología (AEV), para quien las vacunas, como preparados biológicos, “no están exentas de riesgos” que, no obstante, y en cualquier caso, “son mínimos y generalmente leves”. En ese sentido, para el jefe de Sección de Epidemiología y Prevención del Servicio Canario de la Salud, “lo que auténticamente tiene riesgos es padecer las enfermedades que podíamos haber evitado si nos hubiéramos vacunado”.
¿Y cuáles son los riesgos de esas enfermedades?, le preguntamos a Lucía Galán. “Desde nada, hasta la muerte. Y entre uno y otro extremo, todas las complicaciones posibles que pueden generar enfermedades como el sarampión, las meningitis, las sepsis, la varicela, la hepatitis B, la tosferina, la parotiditis, la rubeola o el virus del papiloma humano. ¿Las enumeramos? Amputaciones, neumonía, esterilidad, ceguera, aborto, sordera, afectación neurológica invalidante y permanente, cáncer…”, recita.
La vacunación “no solo es un bien individual sino colectivo”, de ahí la importancia para su efectividad de que todos los niños sean vacunados y completen el calendario de vacunación
Vacunar por el bien colectivo
Los padres que deciden no vacunar a sus hijos son padres cada vez más formados, con estudios superiores y que se consideran bien informados. “Han leído libros, han visitado páginas y páginas de internet. Están muy informados, pero muy mal informados. Porque esas páginas y esos libros que atacan a las vacunas están llenos de errores, falacias, medias verdades y mentiras completas. Mentiras a veces tan absurdas, tan contrarias a los hechos y tan insultantes para la razón, que los científicos no siempre se toman la molestia de desmentirlas”, escribe Carlos González.