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Este 5 de octubre de 2017 Dios nos lleva al puerto de la prolongada senectud. Cumplo 90 años de soles y lunas. Como ven soy de la época que se “amarraban los perros con longaniza”. Meditando abro mí bitácora, leo a Neale Donald Walsch: “Escucha tus sentimientos, escucha tu experiencia. Cada vez que una de estas cosas difiera de lo que te han dicho tus maestros, o has leído en tus libros, olvida las palabras. Las palabras constituyen el vehículo de verdad menos fiable”.
Como siempre me entrego agradecido. Hay lugar para estar juntos, conversar.
De la vejez:
La vejez es un período tranquilo en aceptación. Nos deleitan los espectáculos de la naturaleza, son solamente especiales.
Los paseos en contacto con la naturaleza. Observar una rosa, encantado, vitalizan, sonríen.
Las estrellas y planetas son una maravilla. Las estaciones son hermosas.
Dios:
Amor incondicional. Interesado por mí. Cercano e íntimo. Confortable, cálido, comprensivo, animador.
La vida:
Una enseñanza. Una aventura. Excelente. Un continuo cambio y nuevo. Un momento de crecimiento. El sufrimiento puede ser un momento de aprendizaje.
Las neuronas detuvieron el bolígrafo y nos llevan a un encuentro con el anciano Sófocles. Gran poeta trágico griego 406 a.c., quien fue acusado por sus hijos por descuidar los intereses familiares. Era costumbre privar de la administración de los bienes a los padres que la administraban mal. También los jueces actuaban por débil de juicio. Sófocles recitó a los jueces su obra dramática “Edipo en Colono”, que acababa de escribir y le preguntó mostrando la obra si ese poema parecía ser obra de un decaído en su juicio. Después de lectura, los jueces fallaron el caso a su favor.
Concluyo. Cuidado con acusar algo a la vejez. La mía está en aceptación, nada de queja. La vida es una fiesta con Dios. Consérvense bueno.
El autor es vecealmirante de la Armada Dominicana.
