Consumo de pollo no causa pubertad precoz

Los profesores Aureliano Hernández Vásquez, de la Facultad Medicina Veterinaria y Zootecnia, y Roberto Franco Vega, de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional de Colombia (U.N.), le salieron al paso a una de creencia que ha ido tomando fuerza entre los colombianos: “no consuman carne de pollo porque a las aves les suministran hormonas para que crezcan, las cuales ponen en peligro el balance hormonal de los seres humanos”.
 
Lo primero que aclara el profesor Hernández a través de la Agencia de Noticias de la Universidad Nacional es que en los años 40 y 50 la industria avícola si inyectaba hormonas a los animales pero esa práctica fue abandonada. Según el veterinario, los machos eran engordados para consumo de carne pero la edad a la que obtenían el peso deseado para el mercado (aproximadamente dos kilogramos) con frecuencia coincidía con el comienzo de la pubertad del animal. Esto hacía que perdieran valor comercial, “dado que las plumas y los huesos pesaban más que la carne. Entonces,para retrasar la pubertad, inyectaban estrógenos a los animales”.
 
Esa estrategia fue abandonada hace mucho tiempo por los criadores de pollos. Fue reemplazada por programas de selección genética, nutrición y bienestar animal, para obtener pollos con el peso deseado al momento de su faenado antes de la pubertad. De un periodo de engorde de 70 días de duración, se pasó al actual, entre 39 y 42 días.
La otra razón que ha llevado a algunas personas a preocuparse por el tema de la pubertad temprana es un fenómeno real pero más complejo de lo que creen. En los últimos 100 años, la edad de inicio puberal se ha adelantado cerca de un año en las niñas, y la de la primera menstruación, cerca de 0.5 años.
 
Se desconoce la causa de este fenómeno, pero se cree que se debe a un aumento en la prevalencia de sobrepeso en la población infantil, aumento en la exposición a la luz solar o exposición de la población infantil a disruptores hormonales (compuestos que se encuentran en la industria de plásticos, pesticidas etc., que son capaces de alterar el equilibrio hormonal). El debate científico en torno a este fenómeno sigue abierto pero el consumo de pollo no está en la lista de posibles causas.

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