El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, evaluaba acciones militares que incluirían un ataque aéreo para asistir al asediado Gobierno de Irak, al tiempo que funcionarios estadounidenses e iraníes discutieron sobre cómo estabilizar la región, remecida por el avance de rebeldes suníes hacia Bagdad.
Obama, que el lunes por la noche escuchó las recomendaciones de su equipo de seguridad nacional, ha convertido en crucial la ayuda para el primer ministro iraquí, Nuri al-Maliki, a fin de reforzar al Gobierno en Bagdad dominado por chiíes.
Militantes del Estado Islámico en Irak y el Levante (ISIL, por su sigla en inglés) expulsaron al Ejército de Bagdad y se apoderaron del norte del país la semana pasada, amenazando con desmembrar a Irak y desatar una guerra sectaria que superaría a las fronteras nacionales.
A los combatientes se han unido otros grupos suníes que se oponen a lo que consideran como una opresión de Maliki y sus aliados chiíes sobre comunidades musulmanas minoritarias.
Obama informó el lunes al Congreso que enviará hasta 275 efectivos militares a Irak para apoyar y proteger al personal de la embajada norteamericana en Bagdad, ante el avance de los insurgentes suníes.
«Esta fuerza será desplegada con el propósito de proteger a ciudadanos y propiedades estadounidenses, de ser necesario, y estará equipada para combatir», dijo a los legisladores en una carta. El mandatario añadió que entregó la notificación al Congreso invocando la ley de autoridad de guerra.
La jefa de derechos humanos de Naciones Unidas dijo que las fuerzas aliadas con el ISIL habían cometido casi con seguridad crímenes de guerra al ejecutar a cientos de hombres desarmados en Irak en los últimos cinco días.
Funcionarios iraníes y estadounidenses discutieron sobre la crisis iraquí en Viena, en el margen de unas negociaciones sobre el programa nuclear de Irán, dijeron ambas partes. Los funcionarios de los dos países descartaron la cooperación militar para abordar la crisis.
