Reflexión se levantó tempranito ayer, al cabo de un largo y dulce sueño de cánticos celestiales en etéreas senda luminosas llenas de ángeles y querubines. Después de cumplir con sus acostumbradas abluciones matinales y ejercicios entonadores, Reflexión desayunó con frugalidad y se preparó para salir al sol a regodearse en la ansiada paz del largo fin de semana y, sobre todo, reflexionar sobre el legado de Cristo. Pero no le dieron tiempo. No pudo dar dos pasos al salir de su casa. Había cometido el error de vestirse de verde y un burro cedulado se la comió.




