La polémica de Red Bull, ¿cisma en el equipo energético?

Las órdenes de equipo tienen la misma antigüedad que al Fórmula 1, desde Farina, Fangio y compañía, los grandes siempre han querido contar con las mejores ‘armas’ y con las óptimas opciones de cara a su enfrentamiento con el resto de la parrilla. La misma situación, imitada por Schumacher y Barrichello, Senna y Prost o Häkkinen y Coulthard, es la que se está dando en el seno de Red Bull.
 
Vettel quiere contar con la mínima ventaja que le haga estar por delante de su compañero de equipo, aunque esta implique hacer oídos sordos a las órdenes que le llegan por la radio y pedir disculpas tras haberse asegurado que el primer podio será pisado por sus rápidos pies. La polémica de Red Bull puede ser afrontada de diversas maneras, y sus protagonistas tomarán papeles trascendentales en el devenir de esta representación que será el Mundial 2013 de Fórmula 1.
 
Christian Horner ya lo quiso dejar claro el mismo día en que todo ocurrió: Sebastian Vettel tomó sus propias decisiones y sabía cuáles eran las indicaciones del equipo al respecto. Hasta el propio Dr. Marko, caracterizado en los últimos años por su apoyo acérrimo, casi enfermizo, al joven piloto alemán, ha roto una lanza a favor de Mark Webber, asegurando que el tricampeón del mundo se equivocó.
 
Por esta parte parece estar todo claro, los diferentes miembros del equipo de las bebidas energéticas se han puesto de acuerdo y comparten la opinión de que Vettel actuó por cuenta propia y desobedeció el acuerdo pactado antes de cada carrera, famoso código ‘Multi21’, para demostrar, una vez más, que está por encima del australiano. Solo que esta vez, ha demostrado que le faltan ciertos valores que, hasta en el mundo de la competición, se deben respetar; como son el trabajo en equipo, el compañerismo, la humildad y el respeto a los integrantes de la escudería.
 
La polémica de Red Bull no debería ir más allá; hablarlo de puertas para dentro e imponer la sanción disciplinaria correspondiente al que ha sido el ojito derecho de Horner y compañía desde que Vettel deslumbró con el Toro Rosso en Monza. Pero, en esta ocasión, los austriacos han comprendido que, tras mucho hablar de limpieza, igualdad de oportunidades y trabajo colectivo, el cuenco se les ha volcado. Y fue precisamente Mark Webber quien aireó los trapos sucios del equipo de las bebidas energéticas en el pódium de Sepang.
 
Si Vettel se equivocó en pista, Mark lo hizo fuera de ella. El calentón del australiano superó su carácter serio, prudente y caballeresco y sacó el lado más oscuro de Webber. En las preguntas que Martin Brundle les hizo al acabar la entrega de trofeos, Mark aseguró que Sebastian había obrado por cuenta propia y que en el equipo habían hablado previamente lo que hacer en caso de producirse una situación similar (ambos pilotos luchando por la victoria), revelando lo que todo el paddock conocía y Christian Horner se empeñaba en ocultar: las órdenes de equipo desde que Jaguar dejó de existir.
 
Muchas han sido las reacciones que la polémica de Red Bull ha suscitado en las últimas horas, pero es curioso ver cómo Flavio Briatore ha aprovechado la ocasión para lanzar un dardo que perfectamente podría ir dirigido a sí mismo. Centrándonos en las posibles consecuencias que tendrá la tensión vivida en Malsia, creo que en la casa de los austriacos ya le han llovido los rapapolvos a Sebastian Vettel, ¿si le impondrán una sanción/castigo? No lo creo, a fin de cuentas el doblete se fue para su bolsillo y a Mark le tocará ganar en China si se da la situación.
 
Las consecuencias son simples, si Webber ya tragaba bilis cuando tenía que ‘ayudar’ a su compañero de equipo, ahora tendrá una úlcera en el estómago; si Vettel sacaba a pasear el dedo cuando ganaba con autoridad, ahora lo hará de manera más ostentosa y si Horner restaba importancia a los lances entre sus pilotos, ahora hará como que no han pasado. Las consecuencias serán de puertas a dentro, pero en la pista continuaremos viendo a dos pilotos, que no amigos, compitiendo por demostrar quién es el mejor sobre uno de los mejores monoplazas de los últimos tiempos.
 
Sebastian Vettel, en cambio, no será visto más como ese rubio de ojos claros que se hizo con un tricampeonato del Mundo de F1 de manera consecutiva cayendo, más o menos, bien a todo el paddock. A partir de ahora, será juzgado severamente en cada acción que acometa sobre la pista; se le evaluará con otros ojos y con otros comentarios; Vettel jugará con la presión de tener las miradas del mundo de la Fórmula 1 clavadas en él. Ha jugado sus cartas en Malasia y estas aparecen manchadas por un ligero toque de soberbia, prepotencia y desmesura; sin embargo, casi todos los grandes campeones la han tenido en algún momento.
 
Las letras de la historia del ‘Gran Circo’ no se escriben con sonrisas, abrazos y caricias, se garabatean al volante, bajo la presión de la décima y el punto, bajo la atenta mirada de medio mundo y con tu rival rozando tu monoplaza para conseguir ese metro que le de la victoria final. Los renglones de la Fórmula 1 se escriben torcidos y a vuelapluma, las teclas de ordenador y la tranquilidad se dejan para cuando el casco quede colgado.

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