Belén (Cisjordania), 13 dic (EFE).- La ciudad palestina de Belén espera conseguir estas navidades un nuevo récord de visitantes pese a las dificultades que afrontan sus habitantes para promocionar el turismo y el peregrinaje en el lugar donde, de acuerdo con la tradición cristiana, nació Jesús.
Al muro de hormigón que la separa de Jerusalén -a tan sólo ocho kilómetros de distancia- se suma la expansión de los asentamientos israelíes que, según los palestinos, pretende cercar cada vez más Belén y desconectarla de la ciudad santa, cuya parte oriental reclaman como capital de su anhelado Estado.
Este mismo lunes el Gobierno israelí aprobó la ampliación del asentamiento de Efrat, en el distrito de Belén, con nuevas viviendas que se construirán apenas a unos cientos de metros de un suburbio de la ciudad símbolo de la Navidad.
Aún así, el número de turistas y peregrinos que visitan Belén y el resto de territorios palestinos no ha cesado de crecer en los últimos años en paralelo a la reducción de la inseguridad desde el final de la segunda Intifada a partir de 2004.
«El año pasado alcanzamos un récord con 1,9 millones de visitantes en Palestina y este año esperamos superar esa cifra y llegar a 2 millones y medio, pese a la inseguridad provocada en la región por la Primavera árabe», manifestó la ministra de Turismo de la Autoridad Nacional Palestina (ANP), Jolud Daibes.
Además, según Daibes, el número de pernoctaciones aumentó este año un 12 por ciento, sobretodo en Belén, lo que para los palestinos supone un especial logro ya que la mayoría de los turistas suelen dormir en Jerusalén y viajar sólo a la ciudad vecina durante algunas horas para visitar la Basílica de la Natividad.
La cifra de habitaciones hoteleras se ha duplicado en los territorios palestinos en los últimos tres años hasta las 6.800 actuales y también en Belén, donde se están construyendo dos nuevos hoteles.
El objetivo es conseguir no sólo más visitantes sino que éstos se queden durante más tiempo y dejen más dinero en las menguadas arcas palestinas.
«El 90 por ciento del gasto de los turistas se queda en Israel y sólo un 10 por ciento en Palestina», lamentó la ministra y consideró «totalmente injusto» que sea así cuando «la gran mayoría de la gente que llega a la región viene a visitar Tierra Santa».
Daibes lo achacó a la ocupación, al muro, a los controles y a las restricciones impuestas por Israel, al tiempo que instó a los visitantes a ejercer un «turismo responsable» que busque un mayor contacto con la población y la cultura local, y evite alojarse en hoteles «en tierra confiscada».
