Con su juego sin hits de este miércoles, Ervin Santana se convirtió en el sexto lanzador dominicano en hacerlo.
Además se convirtió en el segundo en hacerlo en esta temporada junto al también nativo de San Cristóbal, Francisco Liriano, quien lo hizo el 3 de mayo de este año.
Es la primera ocasión en que dos pitchers dominicanos lanzan juegos sin hits en una misma temporada y también la primera ocasión en que un lanzador dominicano que lanza un juego sin hits permite carreras.
El primer pitcher criollo en tirar un juego sin hits fue el inmortal de Cooperstown Juan Marichal (San Francisco), el 15 de junio de 1963 ante Houston con marcador 1-0.
Luego pasaron 32 años para que otro lanzador del patio, Ramón Martínez, lanzara el segundo no-hitter en Las Mayores.
Martínez (Dodgers) lo hizo el 14 de julio de 1995 ante los Marlins de la Florida; el partido terminó con anotación de 7-0.
El tercer criollo en lanzar un juego sin hits fue José Jiménez (San Luis), quien lo hizo el 25 de junio de 1999 ante los Cascabeles de Arizona. El partido terminó con marcador de 1-0.
Ubaldo Jiménez (Colorado) emuló la hazaña el 17 de abril del año pasado ante los Bravos de Atlanta; el partido finalizó con marcador de 4-0.
El quinto en lograrlo fue el zurdo Francisco Liriano (Mellizos), quien lo hizo en esta misma temporada, el 3 de mayo ante los Medias Blancas de Chicago, al derrotarlos por la mínima 1-0.
Cabe resaltar que los relevistas criollos Alejandro Peña (Atlanta) y Octavio Dotel (Houston) lanzaron en No-Hitters combinados ante los Padres de San Diego y los Yankees de Nueva York, respectivamente.
Peña lo hizo el 11 de septiembre de 1991 (9no episodio) y Dotel el 11 de junio de 2003 (8vo episodio).
Vale también destacar la hazaña realizada por Pedro Martínez con los Expos de Montreal el 3 de junio de 1995 cuando le retiró 27 bateadores consecutivos (9 entradas perfectas) al conjunto de los Padres de San Diego en el Jack Murphy Stadium.
El criollo abrió el décimo episodio, pero Bip Roberts le conectó un doble y fue sustituido en la lomita de los sustos por el también criollo Melquíades Rojas, quien, eventualmente, salvó dicho encuentro.
