La Lidom y su deterioro institucional

Los sucesos que han acaecido en la Liga Dominicana de Béisbol (LIDOM) en los últimos años han dado al traste con la credibilidad que debe tener un organismo rector en toda actividad profesional que, como el béisbol profesional, deba velar por el cumplimiento de las normas y regulaciones que rijan dicha institución, lo cual, en la práctica, ha dejado mucho que desear, dando como resultado un grave deterioro institucional.

Es harto conocido que en los últimos años se han suscitado una serie de situaciones anómalas que contrastan con la profesionalidad que debe tener un espectáculo de la calidad de nuestro béisbol invernal, a saber, forfeit en una Serie Final contra los Gigantes de San Francisco, la expulsión de un popular narrador de los Gigantes, expulsiones de por vida de dos dirigentes de los Tigres del Licey, varios jugadores han sido expulsados de por vida, etc.

A todo lo anteriormente expuesto, se le añade lo ocurrido recientemente con la anulación de un juego entre Aguilas y Escogido, y la subsiguiente expulsión injustificada de lanzador Wilkins Arias por el resto de la jornada, medida esta que ha encontrado el rechazo generalizado de todo aquel que tiene dos dedos de frente, no solo en lo que respecta a la sanción persé, si no en el hecho de que como empleado, Arias está subordinado a su equipo, las Aguilas Cibaeñas y, como tal, no puede decidir por motus proprio si lanza o no, si trabaja o no, máxime cuando hay un principio que establece que nadie puede ser penalmente responsable por el hecho del otro, principio que, por extensión, se aplica a este caso, por lo que dicha sanción es carente de todo fundamento legal y violatoria, por demás, de un derecho inalienable a la naturaleza intrínseca como ser humano, el derecho al trabajo.

Dicha medida fue recientemente revocada por parte de un llamado Comité de Apelación con la consecuente ejecución de una huelga de un día que suspendió tres partidos. Como colofón, la Liga decidió, de forma insólita, no reasignar esos tres juegos, es decir, eliminarlos del calendario, lo cual afecta a los distintos sectores que dan soporte al béisbol invernal, léase los miles de fanáticos abonados, los cuales pagaron su dinero por adelantado y no recibirán el importe correspondiente a esos tres partidos, tampoco serán reembolsados los millones de pesos facturados por concepto de publicidad en radio y televisión y, finalmente, en lo concerniente a la anulación de las estadísticas de los jugadores, principales protagonistas del espectáculo.

Todas estas malas decisiones han llevado a la Lidom a perder la credibilidad ante los fanáticos, ante la prensa deportiva, nacional e internacional y ante sus propios asociados y, lo que es más grave aún, antes sus auspiciadotes, que son, en última instancia, el principal soporte económico del espectáculo.

Ante el escenario descrito, en donde se advierte un marcado deterioro institucional en la liga, nos surgen las siguientes interrogantes: qué medidas tomar, qué tipo de liderazgo debe primar en el seno de la liga, cuál es el criterio que debe primar, cuáles políticas deben implementarse en aras de solidificar las estructuras institucionales que sustentan la liga, bajo qué argumentos y estatutos estaría basado, eventualmente ese nuevo liderazgo.

Ojalá nuestra preocupación por el deterioro institucional que acusa a la Liga de Béisbol Dominicana y su eventual fortalecimiento no sea una quimera o una lucha quijotesca.

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