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Los miembros de pandillas sí pueden dejar los grupos

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Los miembros de la “mara” salvadoreña MS-13 y de otras pandillas menos conocidas han logrado abandonar los grupos si encuentran empleo estable, se convierten en personas religiosas y obtienen la anuencia de sus líderes, según un estudio divulgado el martes por académicos de la Universidad Internacional de la Florida (FIU).
 
El estudio, dado a conocer en Washington durante un evento de FIU, también sugiere que es equivocada la percepción de que el crecimiento e influencia de la MS-13 se debe a salvadoreños deportados desde los Estados Unidos.
 
Los miembros de la “mara” salvadoreña MS-13 y de otras pandillas menos conocidas han logrado abandonar los grupos si encuentran empleo estable, se convierten en personas religiosas y obtienen la anuencia de sus líderes, según un estudio divulgado el martes por académicos de la Universidad Internacional de la Florida (FIU).
 
El estudio, dado a conocer en Washington durante un evento de FIU, también sugiere que es equivocada la percepción de que el crecimiento e influencia de la MS-13 se debe a salvadoreños deportados desde los Estados Unidos.
 
“Por mucho tiempo se estimaba que si uno pertenecía a una pandilla, uno era pandillero de por vida”, dijo Jonathan Rosen, uno de los investigadores académicos que preparó el estudio, “pero el estudio muestra que sí se puede salir de la pandilla”.
 
“Primero, se precisa en el estudio, “depende del individuo y los compromisos de miembros de pandillas a abandonar la vida de pandillas y dejar de participar en actividades violentas”.
 
Otro factor, señala, “depende del consentimiento, tácito o explicito, de los líderes de la pandilla”.
 
Los investigadores llevaron a cabo el estudio para contestar la pregunta que se les hizo: ¿Puede un miembro de una pandilla salvadoreña, conocidas como maras, abandonar la pandilla y comenzar una nueva vida lejos de la delincuencia y la violencia?
 
Para contestar esa pregunta, el Centro Kimberly Green para América Latina y el Caribe y el Instituto Jack D. Gordon para Política Pública de FIU, con el apoyo de la Fundación Nacional para el Desarrollo (FUNDE), realizaron el estudio.
 
En todas las entrevistas, la MS-13 surgió también como la más estructurada. Los que pertenecen a esa pandilla, que fueron entrevistados, reportaron el nivel más alto de participación en actividades de delincuencia así como también el más bajo en sus deseos de abandonar la mara.
 
“Hay muchos que siguen perteneciendo a la mara, pero que no participan más en actividades criminales”, dijo José Miguel Cruz, director de investigaciones e investigador principal del Centro Kimberly Green para América Latina y el Caribe de FIU.
 
El estudio dice que casi todos los encuestados nacieron y crecieron en El Salvador, sin tener mucho contacto regular con compañeros en los Estados Unidos. Sin embargo, el estudio no descarta que los deportados inicialmente influenciaron las maras en El Salvador.
 
Principalmente, dijo Cruz, los jóvenes se integran a las maras como forma de huir de sus hogares en su mayoría plagados de violencia doméstica.

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