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Líderes renuevan sus compromisos de Unión en el 60 aniversario

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Los europeos deben contener sus disputas y críticas sobre la UE si la Unión quiere sobrevivir, advirtieron sus líderes el sábado, al conmemorar el sexagésimo aniversario de su fundación en Roma mediante la firma de una declaración formal de unidad.
 
Cuatro días antes de que la primera ministra británica Theresa May, ausente de la ceremonia en la capital italiana, aseste un golpe sin precedentes al crecimiento del bloque presentando los documentos formales de salida de Reino Unido, sus colegas europeos celebraban 60 años de paz y prosperidad y prometieron profundizar una unidad resquebrajada por crisis regionales y mundiales.
 
Pero tras días de disputas sobre la redacción de una Declaración de Roma de 1.000 palabras, la inminente confirmación de Brexit y las decenas de miles de manifestantes que se reunían al otro lado del fuerte cordón policial alrededor del palacio de Campidoglio ofrecían un recordatorio más sobrio de los desafíos para mantener el curso común de un bloque de 27 países.
 
«Nos hemos frenado y esto ha causado una crisis de rechazo por parte de la opinión pública», dijo su anfitrión, el primer ministro italiano Paolo Gentiloni, aludiendo a la decisión de los británicos de repudiar la Unión Europea.
 
Agregó que el fracaso en impulsar el proyecto durante una década de recesión económica había alentado el resurgimiento del «nacionalismo intermitente».
 
Roma ofreció un nuevo comienzo: «La Unión está reiniciándose (…) y tiene una visión para los próximos 10 años», señaló.
 
Otros, sin embargo, desconfían de tal entusiasmo por la renuncia a una mayor soberanía nacional, y también el de otros de la Unión que quieren avanzar más rápido con la integración.
 
El gobierno nacionalista de Polonia ha liderado las protestas en contra de una «Europa de varias velocidades», que teme conceda al antiguo estado comunista un estatus de segunda categoría.
 
Los dirigentes alabaron a la visionaria «generación de la guerra» de viejos enemigos como Francia y Alemania que junto con Italia, Bélgica, Luxemburgo y Holanda firmaron el Tratado de Roma en la misma sala el 25 de marzo de 1957.
 
Algunos compartieron recuerdos personales de las deudas de su propia generación con la expansión de la Unión Europea.
 
Jean-Claude Juncker, el jefe del brazo ejecutivo de la UE, recordó cómo su padre en Luxemburgo se vio forzado a enrolarse en el ejército alemán en la Segunda Guerra Mundial. Donald Tusk, presidente de la cumbre nacido en Gdansk un mes después de la firma del Tratado original, recordó como creció entre las ruinas de la guerra, anhelando la libertad que había tras el Telón de Acero.
 
«Esa sí que era una Europa de dos velocidades», dijo en una punzante crítica a sus enemigos domésticos que ahora gobiernan en Varsovia y que han tratado de bloquear el empuje de las potencias occidentales para profundizar en su integración.
 
La canciller alemana Angela Merkel, líder dominante del bloque que se enfrenta a la prueba de ser reelegida en septiembre, destacó que la Unión también debe abordar las quejas de generaciones para quienes la guerra se desvanece en la historia.
 
«En el futuro tendremos que ocuparnos sobre todo del tema del empleo», dijo a periodistas.
 
Los 27 líderes nacionales, junto con los jefes de las instituciones de Bruselas, firmaron una declaración que concluía: «Nos hemos unido para lo mejor, Europa es nuestro futuro común».
 
Prometieron escuchar a los ciudadanos. Pero aislados tras cordones de policías armados, los líderes difícilmente podían escuchar lo que miles de manifestantes tenían que decir el sábado.
 
Dirigiéndose a los partidarios de derecha del movimiento Fratelli d’Italia, su líder Giorgia Meloni denunció un «gran engaño de la UE».
 
«Los verdaderos enemigos de Europa», dijo, «son los banqueros, usureros y tecnócratas». La Unión, añadió, debe ser reemplazada por una nueva alianza de «países libres y soberanos».
 
Sin embargo, para Maximilien De-Wyse, una francesa de 26 años residente en la ciudad de Lille, esa era una respuesta equivocada.
 
Participando en una marcha a favor de la UE en Roma, recordó a sus abuelos, inmigrantes polacos, y dijo: «Sólo está unido lo que podemos mantener en paz».

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