• Print
close

Juguetes de Madera

LA VOZ DE LOS QUE NO LA TIENEN ||
Facebook
Facebook
Youtube
Instagram

Autor de la obra:  Máximo VEGA

Editorial:                Santuario

Critica de:               Juan Martínez Luque

 

“Yo nunca tuve papa pero si mamá..los papas son malos…”

 
Buen libro. Historia interesante contada con emoción. El autor se inclina por las dos partes virtuales de esta narrativa, la primera; una verosimilitud increíble, donde cada acto, cada acción parece real e invita al lector a unirse a los acontecimientos que en ella se narran.
La segunda; un asentimiento fundamentado con argumentos repletos de lógica, donde cada trama tiene un final interesante.
 
Esta narrativa es clara, bien escrita, apoyada en una historia que desde el principio hasta el final, transcurre alrededor de dos personajes; el Camionero y Beatriz.
 
La evidencia es una especie de interés que a medida que avanza se convierte en el gusanillo que te empuja hasta leer la historia completa, asimilando cada trama donde el autor especifica pasajes interesantes de una vida que puede ser la verdadera historia de algún dominicano perdido en su campo, aunque visitante de las carreteras porque su oficio de conductor le hace deambular por zonas donde imágenes cotidianas reflejan la realidad de la vida en la isla, de sus gentes y de sus costumbres.
 
La historia empieza a tener interés desde el principio, del mismo momento que un diálogo se abre entre Beatriz, una niña de apenas doce años que abandona su casa, y que durante algún tiempo le hizo comprender a su mamá sus intenciones, pero esta, distraída, sin hacer caso a los designios de Beatriz, perdida en su infinito, apenas escuchó a su hija que de manera rebelde estaba reivindicando su espacio, su momento, su intención, en un mundo atroz y complicado.
 
Beatriz quiere ir a la ciudad, a casa de su tío, y el camionero la recoge en medio de una ruta extraña, donde un mundo divertido abre imágenes que reflejan las lecciones de la una vida, con episodios que suceden cada día en cada rincón de la isla.
 
El camión al compás de una serie de boleros avanza mientras que el chofer, joven por cierto, se interesa por la joven, con preguntas sobre las razones por las que abandonó su casa y el lugar donde iba.
 
“El auto de los 50, dejó una polvareda en el camino”, ella se recordó del vendedor de enciclopedias que le había mostrado un auto parecido.
 
Miró al techo lleno del camión, de hormigas, se recostó en el asiento agujereado y apenas puso interés a lo que le decía el chofer.
 
La niña piensa durante el trayecto, aquellas imágenes que ve al borde la carretera le sorprende; aquella mujer con las alpargatas horadadas, distraída, en el pan bajo el brazo, sin dispersar su mirada, fija al horizonte, (Incluso hay un momento que piensa en su mamá), ¡si ella hubiese estado allí, era así, era tan distraída! Ni ni siquiera supo que su hija se iba a la ciudad, a pesar de hablarle durante tanto tiempo.
 
En esta historia simple, aunque llena de nostalgia, el autor nos muestra la realidad de la vida, sus dificultades, los sufrimientos de gentes desafortunada, incluso un velatorio con llorisqueo incesantes y rostros cargados de tristeza.
 
“Algo más lejos, el camión, se paró en la casa del viejo”, -el de la gasolina y los gallos de pelea-, una casa especial, dijo él. Y no dejó que la niña saliera del camión. Sin embargo fue la loca, la querida, quien se presentó desnuda delante de Beatriz, con el pelo alborotado y el rostro de mujer campesina, que aquel día anuló todas sus citas para dedicarse a los caprichos sexuales del camionero, que después de sus momentos de regocijo,  recogió sus botas de hule, su camiseta y se marchó mientras comentaba a Beatriz que aquella mujer estaba loca.
 
En fin, quisiera acabar esta critica con un fuerte olor a intriga literaria, con algunas pinceladas de malicia, aunque repleta de ternura y sensibilidad, El autor, en su lenguaje franco, obediente con la gramática, elocuente con una grafia de promisoria firmeza, es capaz en este corto cuento, de mostrarnos puntos opuestos en su relato, aunque al final, unidos por ese rescoldo de un recuerdo maternal que le suscita interesante capacidad creativa, porque sus cuento estimula sensaciones de un talento realmente deslumbrante.
 
Es una buen cuento, interesante, fácil de leer, y al mismo tiempo estimula sensaciones de un pasado, no lejano.
 
Un fuerte bravo para Máximo y su cuento, donde un sujeto consciente de ideas interpretativas, da paso a una creatividad y onírica escritura, con  rúbricas de relevante sensibilidad.

No Comments

Leave a reply

Post your comment
Enter your name
Your e-mail address

Story Page