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La libélula

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Critica  del libro: La Libélula

Autor: René PEGUERO

Critica de:              Dr. Juan MARTINEZ LUQUE

 

Editada por: Editorial SANTUARIO

Esta narrativa de 56 páginas me pareció corta. La obra está repleta de sensibilidad. La historia confirma el pesado pecio que deben pagar los dominicanos que emigran a N.Y., soñando con la ciudad prometida, y que al despertar encuentran una urbe inmensa cargada de desequilibrio social e injusticia humana.
 
El autor de esta narrativa, Rene PEGUERO, confluye un lenguaje articulado, cubierto de una identidad humana. Configura una lingüística simple, sin adornos, carente de superfluidad, con movimientos de una estética consciente, siempre con la creatividad como fuente de base en su obra.
 
Está narrada en primera persona, intensa, con conflictos bien distribuidos que encierran un paralelismo con la distribución de elementos acordes y una forma gramatical con la estructura sintáctica y la cadencia rítmica que nos empuja a leer hasta el final.
 
Utiliza a menudo la elipsis, con la supresión de elementos que dan más fuerza al monologo, sumando de forma sobreentendida, el contexto que enclaustra una perspectiva de brevedad, y añade intensidad a su texto. (Ej.: página 32 – ¿qué se puede esperar de un país donde un padre no le puede dar una pela a su hijo? Como veis, la elipsis está presente tanto en el país, como en el padre, pues podemos suponer que esta pregunta es válida para cualquier padre, sea cual fuere el país.
 
Esta forma de exponer una inquietud, carece de adjetivos, es sugestiva como forma de interrogación y ofrece un texto de una claridad absoluta, con energía y poder sugestivo.
 
Un monólogo es el producto de un proceso complejo, donde intervienen una serie de parámetros que solo el autor conoce y que lo dispone de tal manera que sensibiliza al lector. Rene PEGUERO, en esta obra es poseedor de un entorno social que manifiesta esa gran capacidad de atar el imperativo íntimo a las raíces de una realidad escénica. El lector, se desplaza juntamente con el protagonista, a NY., y vive el soliloquio de forma intensa, confirmando la motivación de un proceso creativo que convierte su obra en una especie de sujeto creador arrastrando al mismo tiempo al lector, que apunta una especie de entelequia donde cada acontecimientoestá a su alcance.
 
Rene PEGUERO, en esta narrativa, presenta una exposición rica en hechos que pueden ser reales.
 
Es interesante la facilidad que el autor despliega para pasar de primera a tercera persona en un mismo párrafo. (página 47: Por la pequeña ventana de la puerta, una luz artificial trataba de entrar. Se puso de pie, caminó en esa dirección y pegó su cara en el cristal). Aquí encontramos como el narrador se inmiscuye en la historia, convirtiéndose en omniscientemientras cuenta ese hecho, y se deja acariciar por los cristales de la ventana.
 
Este punto nos confirma la disciplinalidad de una historia activa, con juicio común, que hace interesar al lector, capítulo a capítulo. Además, la narración, en un momento de excelente forma literaria, está escrita en tiempos diferentes; pasa del pretérito al presente. En efecto, algunas líneas más abajo, de forma sutil, el autor narra en presente engañando al lector. (ej.: Te cuento que un día en el babyshower..) . La consecuencia deeste cambio de conjugación verbal, imprime al protagonista del evento, un lenguaje discursivo que suscita un interés suplementario a la obra, obligando al lector a una reflexión espontánea y probablemente más cercana a la realidad de la obra.
 
René PEGUERO tiene un concepto muy definido de su obra; controla cada elemento, añade tensión a un monólogo que, sin estas invasiones gramaticales, seria aburrido y pesado, narra con destreza, e incluso en la misma secuencia utiliza técnicas diferentes. (Debido al cambio de la conjugación verbal).
 
En proceso añade además una especiede cuadro sinóptico literario, cuando en su historia define situaciones donde las palabras sobran, porque el lector interfiere en la historia. (ej.: pagina 43: “Cuando la doña se enteró de asunto de la cremación le dio una enfogoná del carajo. …Yo solo le había oído decir tantas palabras feas a un mariconcito que vivía en Villa Consuelo, cuando se enfadaba con el chulo que mantenía).Astuta forma de sembrarconflictoscomplementarios con la intención de provocar un interés suplementario en el lector, que se desplaza a Villa Consuelo, intentando componer aquella trama dentro de la historia. Y observa fielmente lo que nuestro escritor relata en momentos de soberbia.
 
Su ritmo literario es fluido y como narrador único, el punto óptico de su historia, le proporciona un mejor ángulo de visión, detallando aspectos fundamentales de la forma de vida del protagonista en aquella ciudad. Algo interesante dentro de una historia que, aunque bien es corta, abunda en secuencias y situaciones.
 
Rene Peguero, desarrolla un contenido siempre orientado hacia el buen sentido cíclico de su obra, para acabar con un secretismo fabulador en esta historia que para mí, es una imagen de una narrativa que engalana la eternidad de la palabra para transcribir una obra que define de forma elegante, los sueños equivocados de tantos dominicanos, envueltos en el dorado de una ilusión que cuando se convierte en realidad, repercute en la inmensa soledad de un silencio que obliga al ser humano a reflexionar para encontrar su ubicación en esa difícil vida de NY, con sus consecuencias.
 
Sin embargo, algo parece criticable en esta obra. En efecto, la obra es corta y llega al final demasiado pronto, es decir, no prepara al lector para el final. Debería ser más definida en la última fase y ofrecernos un final aplastante, en acuerdo con el resto de la obra. Igualmente, este monólogo es en algunos capítulos, tal vez repetitivo, con algunos inicios cuando se trata de la apertura del monologo, así, podemos constatar que: “Qué te digo”, “Como te digo”, “Te cuento”, o “Me contó”.
 
Hay igualmente en la última fase del libro, una parte interesante que se podría desarrollar con más detalle, se trata que la conversación que mantuvo con su padre, donde él le promete que tal vez, regresarían a Santo Domingo. Creo que este dialogo entre el padre y el hijo, debería ser más extenso porque es sugestivo y desata un nudo importante dentro del libro.
 
Pero esto no disminuye el valor de este corto monólogo. Buena obra y lo mejor, René Peguero, se afianza en cada obra como un buen escritor.

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