La Haya.- Holanda sigue intentando formar una coalición de Gobierno para sacar al país de la crisis, pero tres meses después de las elecciones y de haber probado con coaliciones de derecha y de centro-izquierda, la formación de un Ejecutivo se ha convertido en un puzzle difícil de encajar.
Tras las elecciones del pasado 9 de junio, se intentó crear en un primer momento una coalición entre los vencedores de los comicios, los liberales (VVD, 31 escaños), junto con el partido antimusulmán (PVV) y el apoyo de los democristianos (CDA, 21 escaños), quienes finalmente decidieron que tras su derrota electoral preferían no participar en el Gobierno.
Entonces, el líder liberal, Mark Rutte, tuvo que intentar a disgusto formar una alianza con los laboristas (PvdA), que con 30 diputados quedaron segundos en las elecciones, y se tanteó la posibilidad de conseguir una mayoría con el apoyo de los verdes y de los liberales de izquierda (D66), con programas muy semejantes al laborista.
Pero los liberales y los laboristas no pudieron limar sus diferencias en el terreno social, por lo que se volvió a mirar hacia el CDA, cuyo líder, Maxime Verhagen, aceptó esta vez sentarse en la mesa de negociaciones con el VVD y los antimusulmanes, pero solamente si éstos últimos no aportaban ministros y apoyaban la coalición desde el Parlamento.
Cuatro semanas estuvieron los tres partidos en la mesa de negociaciones, pero paralelamente las divisiones internas en el seno del CDA por la colaboración con Wilders creció tanto que el líder antimusulmán decidió romper las conversaciones el pasado viernes, cuando se estaba ya cerca de un acuerdo.
La decisión de Wilders fue una sorpresa poco grata para los liberales y el CDA, sobre todo cuando el grupo parlamentario de los democristianos se había pasado dos noches reunido para salvar las diferencias en su seno.
Los tres partidos están de acuerdo en aplicar recortes presupuestarios de un total de 18.000 millones de euros durante la legislatura de cuatro años, pero los liberales chocan con los democristianos y especialmente con los antimusulmanes, que son reacios a aplicar bajar el gasto en el sector de la sanidad.
En el grupo parlamentario del CDA, el más reacio a colaborar con Wilders era Ab Klink, actual ministro de Sanidad en funciones, que finalmente dimitió como parlamentario el pasado lunes.
Eso hizo cambiar de opinión el martes a Wilders, quien después de justificar su retirada de la mesa de negociaciones aduciendo que su desconfianza en el CDA había llegado a "su máximo nivel", expresó que al no estar Klink en el Parlamento veía factible volver a retomar las negociaciones.
La predisposición de los liberales y democristianos a seguir negociando con los antimusulmanes un pacto de gobierno no ha sido sin embargo suficiente para la reina Beatriz, que ha nombrado un nuevo "informador" (una especie de mediador y consejero) para que analice la situación.
El recién nombrado informador, el vicepresidente del Consejo de Estado, Tjeenk Willink, ha decidido volver a entrevistarse con todos los líderes de los partidos con representación parlamentaria antes de acceder a que se retomen las que solamente hace unos días se pensaban fracasadas negociaciones para formar un Gobierno de derecha.
Así las cosas, el proceso de formación de gobierno ha vuelto a empezar, regresando al punto donde estaba justamente hace hoy tres meses. Willink ha dejado entrever hoy, en rueda de prensa, que dará una nueva oportunidad a los liberales, los democristianos y antimusulmanes para formar Gobierno.
Sin embargo advirtió de que si por tercera vez fallara ese intento, estaría en juego "la credibilidad del futuro primer ministro (Mark Rutte) y de los otros implicados".
Aunque Holanda es un país en el que la formación de Gobiernos suele ser larga -en 1977 llegó a tardar siete meses- en esta ocasión, los fragmentados resultados de las elecciones de junio y el recelo inicial de partidos como el CDA a colaborar con los antimusulmanes, dificultan la formación de una mayoría.