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Plan de choque de la OMS contra la mortalidad por las mordeduras de serpiente

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Cada año se producen unos 5,4 millones de mordeduras de serpiente, que causan entre 1,8 y 2,7 millones de casos de envenenamiento, entre 81.410 y 137.880 muertes, y aproximadamente el triple de amputaciones y otras discapacidades permanentes, ha señalado la Organización Mundial de la Salud (OMS), que acaba de presentar su estrategia para reducir a la mitad el número de muertes y casos de discapacidad.

La iniciativa de la OMS, cuya primera fase empieza este jueves, pretende despertar la conciencia mundial sobre esta terrible plaga, que afecta mayormente a ciertas regiones de África, Sudeste Asiático y América Latina, donde la mortalidad se puede reducir un 50%.

La OMS «lleva tres años trabajando en posibles antídotos y está ya terminando sus últimas evaluaciones», ha señalado David Williams, el coordinador del proyecto, en una entrevista telefónica.

Según ha explicado el experto, el desarrollo de este contraveneno no es universal ni genérico, sino que requiere una aplicación concreta según de qué mordedura y de qué serpiente se trate.

Un ejemplo son los ofidios australianos, que, por el pequeño tamaño de sus colmillos, apenas muerden la parte más superficial de la piel, con lo que el tratamiento suele limitarse a comprimir e inmovilizar la zona afectada.

Sin embargo, en África, donde las víboras tienen colmillos de hasta dos centímetros, el veneno penetra en el tejido muscular y puede producir un tipo de hinchazón que agravaría la técnica de la compresión.

Según el experto, la primera fase de esta iniciativa de la OMS empieza con un plan piloto en 10 países de África -cinco en la parte oriental y cinco en la occidental- y dos más en el Sudeste Asiático.

La distribución de los antídotos es fundamental, pero también es muy importante prevenir los propios ataques de estos reptiles, que muerden a unas 7.400 personas al día en todo el mundo.

La clave, según Williams, es identificar el problema con claridad y puso como (mal) ejemplo las estadísticas del Gobierno indio: si un informe de hace años decía que eran 13.000 las personas muertas a causa de los ataques de los ofidios, la realidad hoy es que son del orden de 46.000.

«En Kenia, un estudio mostró que las demandas de compensación económica por ataque de animales suponen un 45% en el caso de las mordeduras de serpiente, cuando los ataques de elefantes están en un 22% y los de leones no llegan a diez».

Wiliams argumenta que las mordeduras de los reptiles son una especie de epidemia oculta, lo que dificulta tanto la prevención como el tratamiento.

En muchos países, las mordeduras de serpiente no se consideren una problema grave de salud: «Por ejemplo, en Camboya, el 90% de las personas que son atacadas no se acerca al centro de salud, sino que va a un chamán porque creen que se trata de brujería o de un suceso sobrenatural».

Y lo mismo ocurre en Papúa Nueva Guinea, donde estos ataques se perciben como una maldición que mucha gente intenta curar no yendo al médico, sino al sanador local, cuando las mordeduras de serpiente a menudo producen muertes prematuras o discapacidades tan graves que pueden reducir al paciente a un estado vegetativo.

En el África subsahariana, lo niños corren serio peligro de ser mordidos por cobras mientras están durmiendo: aunque rara vez se mueren, a menudo pierden un miembro o quedan con graves secuelas.

«Se ha comprobado -añadió Williams- que en Nepal, el uso de mosquiteros en las camas ayuda a prevenir ataques nocturnos de estos depredadores».

También un calzado adecuado puede reducir un 50% las mordeduras en ciertas áreas del globo.

El plan de la OMS tiene cuatro ejes: almacenar antídoto suficiente en las zonas que lo requieran; promover planes de acción en las comunidades afectadas; reforzar el sistema sanitario y facilitar la cooperación entre gobiernos y fabricantes para asegurarse de que sólo se manejarán productos eficaces.

Se calcula que entre el 70 y el 80% de la gente atacada lo es en la parte inferior de la pierna, y ello mientras están trabajando o usando una letrina improvisada en el campo durante la noche.

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