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Los niños siguen recibiendo un analgésico riesgoso después de una amigdalectomía

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HealthDay News.- A pesar de las advertencias de seguridad de los reguladores de medicamentos, algunos niños estadounidenses siguen recibiendo un analgésico riesgoso después de la extirpación de las amígdalas, según un estudio reciente.

El problema es un analgésico opiáceo, la codeína. En 2013, la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) de EE. UU. emitió una advertencia de «recuadro negro», aconsejando a los médicos que no recetaran codeína a los niños para el control del dolor tras una amigdalectomía.

Eso sucedió después de una investigación sobre los informes de niños que sufrieron sobredosis de codeína que les habían recetado, incluyendo algunos que fallecieron por problemas respiratorios.

El nuevo estudio, publicado en línea el 15 de noviembre en la revista Pediatrics, observó qué tan bien están siguiendo la advertencia de la FDA los médicos estadounidenses.

La buena noticia es, dijeron los investigadores, que las recetas de codeína después de las amigdalectomías se redujeron. Pero, en diciembre de 2015, casi 3 años después de la emisión de la advertencia de recuadro negro, un 5 por ciento de los niños seguían tomando el medicamento.

Los expertos médicos dijeron que no hay una razón aceptable para ello.

«Esa cifra debería reducirse hasta cero», dijo el Dr. Kao-Ping Chua, investigador principal del estudio. «La codeína conlleva un riesgo pequeño, pero catastrófico, para los niños. Además, hay alternativas, como el Tylenol [acetaminofén] y el ibuprofeno».

La Dr. Alyssa Hackett, otorrinolaringóloga en el Mount Sinai Beth Israel, en la ciudad de Nueva York, se mostró de acuerdo.

«No hay una razón adecuada para recetar codeína a estos niños», dijo Hackett, que no participó en el estudio.

¿Por qué hay tanta preocupación por este medicamento?

La codeína por sí misma es «inerte», explicó Chua, pediatra en el Hospital Pediátrico C.S. Mott de la Universidad de Michigan, en Ann Arbor. Una vez se ingiere la codeína, dijo, el cuerpo la convierte en morfina.

El problema es que las personas varían en el modo en que metabolizan la codeína, según sus genes. Algunas personas son «metabolizadoras ultrarrápidas», lo que significa que pueden desarrollar unos niveles peligrosamente altos de morfina en la sangre.

No hay un modo de saber si un niño entra en esta categoría, «así que cada vez que se receta codeína, uno está básicamente tirando los dados», dijo Chua.

Para realizar el estudio, el equipo analizó una base de datos nacional de reclamaciones de seguros médicos. Los investigadores se centraron en casi 363,000 niños que se sometieron a una amigdalectomía, una adenoidectomía o a ambas entre 2010 y 2015. (Las adenoides son tejidos cercanos a las amígdalas).

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