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Perú intenta emerger del lodo, pero lluvias arrecian

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HUARMEY.- Perú intenta reponerse el domingo de los estragos causados en sus costas por avalanchas de lodo y piedras así como por el desborde de ríos que golpearon la capital y se ensañaban con la zona norte, inundando ciudades y cortando carreteras.
 
Huarmey es un lodazal. La pequeña ciudad portuaria a 300 kilómetros al norte de Lima está sumergida en una miasma de barro que llegó a cubrir a la gente hasta el pecho. Poco a poco se disuelve y permite un lento desplazamiento. Es como quedar preso entre arenas movedizas.
 
“Huarmey es una zona de emergencia. Los huaicos siguen viviendo y lo más triste es que llegan de noche. Necesitamos ayuda urgente, necesitamos agua”, dijo Luz Castillo, detrás de un muro de ladrillos que colocó en la puerta de su vivienda, para bloquear el agua.
 
Esta semana, los “huaicos” -como se conoce en el Perú a las avalanchas de lodo y piedras- descendieron desde tres quebradas e hicieron rebalsar el río Huarmey, que invadió sin piedad las calles y casas de la ciudad.
 
El último informe del Centro de Operaciones de Emergencia Nacional (CEO) del ministerio de Defensa, reporta 75 muertos desde enero a la fecha producto de las inundaciones. Se registran también 99,475 damnificados -es decir, que lo perdieron todo- y 626,928 afectados -que sufrieron daños menores-.
 
Sólo en Huarmey hay 40,000 afectados. Decenas de personas esperan ayuda en los techos de sus casas. Salir de sus viviendas y tratar de caminar por entre las calles tapadas por el lodo es una tarea riesgosa.
 
“El desborde del río llegó hasta acá. Nadie nos ayuda, no he desayunado, no hay dónde comprar nada. Todo lo he perdido. Mi madre está en el segundo piso de la casa de al frente ¿cómo la bajo?”, dice a la AFP el pescador Jorge López.
 
El gobierno aseguró que estaba atendiendo el problema. La ministra de Salud, Patricia García, los visitó el miércoles. Militares desembarcaron en Huarmey para apoyar. Llega la ayuda pero no a todos. Menos a los que no pueden salir de casa, porque hay que hacer filas por agua.
 
Es la propia población la que limpiaba sus calles y con su propio dinero, contrataba maquinaria pesada para la remoción de escombros.
 
La noche del sábado, también en el norte, se reportó la caída del puente Virú, que une Trujillo con Lima, debido a que su estructura fue erosionada por las inundaciones. “Se cayó el puente, es la vía que une el norte de Perú con Lima. Este es un llamado de auxilio”, dijo a la prensa el alcalde de Virú, Ney Gamez.
 
Una turbia y potente riada -la quinta de los últimos días- llegó hasta el mismo centro de la ciudad de Trujillo, la tercera más importante del país, colmando sus calles y obligando a la ciudadanía a descalzarse y a abrazarse unos con otros para atravesar las calles sin ser arrastrados.
 
En Piura, las calles volvían a anegarse tras el incesante llanto de “El Niño Costero”, un calentamiento del mar frente a la costa peruana, que genera alta evaporación y nubes cargadas. Las precipitaciones generan avalanchas desde las alturas andinas e incrementan el caudal de los ríos, que se desbordan y destruyen todo lo que se interponga, en busca del mar.
 
La ayuda humanitaria recabada por el gobierno y por particulares es enviada por avión y barco a las zonas afectadas. “Esta crisis va a pasar y mientras tanto debemos ayudarnos todos juntos para solidarizarnos con los que son víctimas de estos problemas”, dijo el presidente Pedro Pablo Kuczynski.
 
Tras los “huaicos” y desbordes de ríos que golpearon Lima, cientos de personas residentes del sector de Chosica, al este de la capital, amanecieron el domingo en carpas instaladas en campos deportivos o colegios cercanos a donde estaban sus viviendas, ahora arrasadas por la avalancha.
 
El alerta roja ante nuevos “huaicos” en Lima se levantó la noche del sábado y poco a poco es restituido el servicio de agua potable, restringido ante la turbiedad de las aguas del río Rímac, difíciles de usar para consumo humano.
 
Pero la amenaza de nuevos desbordes del Rímac es constante. Sigue desplazándose con furia, quebrando puentes, inundando vías y amenazando las casas construidas en su ribera. Las clases escolares siguen suspendidas.
 
Los alimentos y el agua potable está escaseando en Lima y en el norte del Perú. En los supermercados y tiendas no hay una sola botella de agua, todo ha sido vendido. Desde la madrugada se ven largas colas en calles y parques a la espera de la llegada de los camiones cisternas.
 
Por otra parte, la aprobación de Kuczynski cayó a 32% en marzo, seis puntos menos que febrero, impactado por los efectos de “El Niño Costero”, según el sondeo de Ipsos Perú, publicado en el diario El Comercio el domingo.
 
La desaprobación del mandatario se situó en 58% mientras un 10% prefiere no opinar, según el sondeo realizado a 1,250 personas del 15 al 17 de marzo a nivel nacional con un margen de error de +/- 2.8%.

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